jueves, 28 de abril de 2016

¿Qué es lo que realmente importa?


Las personas nos preocupamos por algunas cosas, supongo que será una de las consecuencias de la capacidad de pensar. Es algo intrínseco a todos los seres pensantes. Además, tenemos nuestras preocupaciones ordenadas según un orden de importancia que nosotros mismos le damos.

Patologías a parte, la primera preocupación de toda la lista de prioridades de cualquier ser vivo es, precisamente, seguir vivo. El instinto de supervivencia es la más primitiva e importante preocupación de los seres vivos. Esto parece una obviedad, sin embargo, no es tan evidente que a un individuo le interese estar vivo.

¿Qué gana alguien estando vivo, cuando puede estar muerto? Estar vivo es difícil, tienes que trabajar para conseguir comida y muchas veces no es agradable. Estar muerto en realidad es mucho más fácil, simplemente porque no tienes que hacer nada. Entonces, ¿por qué todo el mundo se empeña en seguir con vida? Bueno, la explicación de esto es muy sencilla. La vida ha de entenderse como una consecuencia del fenómeno natural de la evolución. Los seres que tienen apego por su vida, viven más y por tanto se reproducen más y por herencia genética sus descendientes siguen teniendo apego por la vida. Aquellos que no sienten la necesidad de estar vivos, mueren fácilmente y no perpetúan genéticamente su postura frente a la vida. En términos evolutivos, el apego por la vida está indudablemente recompensado.

Esto nos lleva directamente a la siguiente prioridad en orden de importancia para los seres vivos, aunque quizá no tanto para los humanos (después de todas aquellas indirectamente relacionadas con la supervivencia, claro). Esta es la reproducción. Aquí ya empiezan a hacerse visibles las diferencias entre los seres humanos y los animales, aunque siguen siendo bastante difusas. Los animales se reproducen si tienen la oportunidad. El motivo, al igual que en el caso anterior, es puramente evolutivo. La evolución recompensa la reproducción, de tal modo que la tendencia a reproducirse se perpetúa.

Además, la evolución utiliza una herramienta poderosa para fomentar la reproducción: el placer. Sin embargo, el ser humano ha trascendido (o descendido) y ha encontrado métodos para obtener dicho placer sin efectuar la reproducción. ¿Y por qué hace esto el ser humano? Simplemente es porque la preocupación por reproducirse en el ser humano está ya por detrás de otras. Esto es debido a que el ser humano ha conseguido una inteligencia compleja, que le permite discernir y tomar decisiones por encima de lo que opine su instinto. Sin embargo, la huella del comportamiento animal y primitivo sigue muy marcada dentro del ser humano, de tal modo que muchas de las decisiones que toma las elige con fines inconscientemente reproductivos. Para comprobar esto solo necesitas visitar una discoteca un sábado por la noche o fijarte en la irracional preocupación de la sociedad con respecto a la sexualidad.

Pese a que el ser humano en muchos aspectos es aún primitivo, algunos debido a la capacidad de abstracción, han (y quiero pensar: hemos) conseguido superar algunas de las preocupaciones puramente biológicas como pueden ser la reproducción o la alimentación y desplazarlas en pos de otras menos instintivas, aunque no por ello mejores. Por ejemplo: el matemático que se preocupa por sus enrevesadas ecuaciones o el médico que se preocupa por curar a los demás, lo hacen porque de un modo u otro obtienen placer al hacerlo, pese a no estar potenciado por la evolución como ventajas evolutivas.

Sin embargo, obtienen placer. ¿Por qué obtienen placer? Yo propongo que este placer deriva de una compleja red de recompensas evolutivas que han perdido sus propósitos iniciales, siendo ahora demasiado complejas para entenderlas, y mucho menos para controlarlas.

Entonces, ¿el objetivo principal es la obtención de placer? No placer en el sentido de disfrute, si no en el sentido de recompensa. ¿Por qué, tú, avezado lector, estás leyendo esto? ¿Por qué tomas unas decisiones y no otras? ¿Y por qué le das más importancia a unas cosas que a otras?

Mi respuesta a todas estas preguntas está ligada al concepto de entropía. El universo es un mar de partículas, nosotros incluidos. Y dichas partículas evolucionan en su distribución hacia el estado más probable o, dicho de otro modo, de mayor entropía. Por tanto, tus decisiones no dejan de ser una consecuencia de esa evolución arbitraria del universo hacia el estado más probable.

Entonces, ¿qué es lo que más importa, si al final no decidimos ni qué es lo que nos importa?














2 comentarios:

  1. No me ha disgustado, sin embargo, quizá refleja un poco de misantropía y de enfado con el mundo. Una historia pesimista de para qué estamos en el mundo y por qué seguimos viviendo si nuestras decisiones no son nuestras y son fruto de las casualidades de un universo dirigiéndose a la muerte irremediable.
    Por supuesto, es una opinión respetable, aunque quizá las cosas que hacemos no siempre las hacemos por placer. Imagina a esa persona que te gusta y decides declararte y, decirle cuanto la quieres. Ese proceso te hace sentir nervioso y angustiado y si esa persona te rechaza no sientes ningún tipo de placer más allá de salir de la incertidumbre. Cuando una madre deja de comer el último pedazo de pizza para dárselo a su hijo(a) no recibe ningún placer.
    El tema del determinismo lo hablo en una entrada en mi blog llamada: Entre la espada y la pared.
    Espero que puedas pasarte y darme una opinión!
    https://latiaede.wordpress.com/2017/02/17/entre-la-espada-y-la-pared/

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  2. Yo no lo veo pesimista. Entiendo que a mucha gente, anclada en un individualismo y un egocentrismo derivado del fenómeno evolutivo y del instinto de supervivencia, el hecho de que sus partículas (cuerdas, ceros y unos o como quieras expresar los elementos mas fundamentales de la materia) no sean diferentes de otras en ninguno de los sentidos puede causarle cierto malestar y rechazo, sin embargo las leyes naturales no van a cambiar para darte una importancia. Por mucho que te empeñes, al final de todos tus actos no va a haber una cajita mágica que ponga "yo" y que tome las decisiones. Tus actos van a ser consecuencia del desarrollo natural del sistema que te compone.
    A mi me parece fascinante, y creo que es bastante bonito que mediante simples interacciones de partículas se puedan formar sistemas realmente complejos. No propongo que llevemos este pensamiento a nuestra vida cotidiana, ya que estamos limitados por nuestra condición biológica y sería absurdo. Tampoco creo que haya usarlo como una herramienta para establecer nuestras cuestiones morales. Sin embargo, debe asumirse que los hechos están ahí.

    Respecto a lo de que las cosas no las hacemos por placer, pues depende de lo que entiendas por placer. Yo como placer entiendo una recompensa evolutiva. La madre cuando deja de comer para que coma su hijo, quizá no lo hace por el placer de sentir que su hijo se alimenta (que puede ser), si no por no evitar el castigo (que es prácticamente lo mismo que el placer pero al revés) que sufriría si no alimenta a su hijo. El placer consiste en no sufrir castigo. Al final la finalidad suele estar siempre relacionada con la supervivencia y la reproducción, aunque en el caso de los humanos es cierto que ha llegado a un punto de complejidad en el que es imposible seguir la cadena de causalidad. Es lo que tiene la dinámica de sistemas complejos.

    Luego cuando tenga tiempo me paso por tu blog y le echo un vistazo!

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Comentad lo que queráis, por mi como si os cagáis en vuestras respectivas madres, o en la mía. Esto es libre. Eso sí, si puede ser con ortografía y que tenga algo que ver con el post mejor que mejor.