sábado, 22 de abril de 2017

¿Por qué ahora no es un buen momento para dedicarse a la Física Teórica?

Antes de empezar me gustaría aclarar algunas cosas sobre lo que voy a decir:
  • La primera es que yo no tengo mucha idea de Física Teórica, tan solo estoy en 3º de carrera (no llevo ni tres años estudiando Física), por lo que probablemente me equivoque en muchas cosas y/o no piense igual en un futuro. Sin embargo creo que mi visión puede ser interesante, principalmente para gente que, como yo, se está planteando su futuro en el mundo de la física. Por esto mis palabras deben ser tomadas con precaución y teniendo en cuenta que son muy especulativas.
  • La segunda es a qué me refiero cuando hablo de Física Teórica. Cuando hablo de Física Teórica me refiero principalmente a las siguientes ramas: Cosmología, Teoría de Cuerdas u otros intentos de teorías de unificación y Física de Partículas. Es decir, las ramas más abstractas y profundas de la física. No estando incluidas otras ramas, como por ejemplo, la física teórica de la materia condensada.
En general, una persona puede tener dos motivos para dedicarse a la ciencia. El primero es el deseo de contribuir al avance científico y tecnológico de la humanidad, para en general, mejorar la vida de las personas. El segundo es la mera satisfacción de la curiosidad en lo que Richard Feynman llamaba el placer de descubrir. En mi opinión, un científico debería poseer ambas motivaciones, siendo la primera más pragmática y productiva, pero que no siempre lleva por caminos agradables. La segunda es más pueril y egoísta, sin embargo, todos necesitamos un aliciente que nos ayude en no perdernos por esos senderos del demonio. Muchas veces haciendo lo que nos gusta conseguimos logros maravillosos. Por tanto, creo que una persona que se dedique a la ciencia debe presentar un equilibrio entre ambas motivaciones, sin dejarse perder en divagaciones absurdas por simple satisfacción personal, pero sin perder el ánimo por la falta de satisfacción en el camino.

 Creo que todos estamos de acuerdo en el hecho de que para ser un físico teórico que realice una aportación relevante al campo, uno necesita ser una persona extraordinariamente inteligente. Y como buena persona inteligente, debería preocuparse por optimizar su trabajo. Cualquier persona que se haya adentrado un poco en el mundo de la investigación, no ya de la Física Teórica, sino de cualquier rama mínimamente establecida del conocimiento, sabrá que la cantidad de información que hay es inconmensurable. Hasta hace un tiempo, la mayor parte de la población no podía acceder a una educación superior, lo que provocaba que las pocas figuras que lograban destacar en un campo, fueran conocidas y tuvieran la oportunidad de realizar grandes avances. Ojo, no quiere decir que fuera fácil, ni que dichas personas no fueran brillantes, que lo fueron. Sin embargo, vivimos en la época en la que más personas viven en la Tierra y en la que un porcentaje mayor de dichas personas tiene acceso a una educación que le permita acceder a estudios superiores. 
Nunca en toda la historia de la humanidad ha habido una cantidad similar de genios con acceso a la educación. Sin embargo, puedes coger a cualquier persona por la calle y preguntarle por algún científico famoso que naciera después de 1950, probablemente, nadie sepa decirte ninguno. Y la razón no es por que esas personas sean incultas, sino porque NO hay prácticamente científicos famosos que nacieran después de 1950.

Esto no es malo, ni mucho menos. Actualmente hay más científicos que nunca y el desarrollo científico y tecnológico está más acelerado que en cualquier tiempo anterior, y es normal que a una persona le resulte más difícil destacar. Sin embargo, este avance apabullante de la ciencia está provocando que cada vez sea más difícil para una persona llegar a la frontera del conocimiento. Entendamos como frontera del conocimiento ese punto del conocimiento en un campo en el que ya nadie sabe como seguir, y donde debe estar el investigador con la punta de la lanza de la ciencia para abrirse camino por las tinieblas de la ignorancia. 

Por ejemplo, una persona que quiera dedicarse a la Teoría de Cuerdas necesita una cantidad ingente de estudio y de duro trabajo para poder llegar a dedicarse realmente a investigar en Teoría de Cuerdas. Debe tener un profundo conocimiento en: Física Clásica, Mecánica Analítica, Mecánica Cuántica, Física de Partículas, Algebra Multilineal y Análisis Tensorial, Cálculo de Variaciones, Topología, Geometría Diferencial, Teoría de Grupos, Relatividad General... En fin, una lista interminable de cosas que estás obligado a saber antes de poder hacer algo mínimamente decente. La vida que tiene una persona para dedicarse a la física son unos 50 años. Desde los 18 en los que el sistema educativo le permite dedicarse completamente a la Física hasta su jubilación. Antes 50 años era tiempo suficiente para llegar a la frontera del conocimiento y empezar a hacer cosas nuevas. Sin embargo, a medida que avanza la ciencia, ese tiempo va siendo más insuficiente puesto que cada vez hay más cosas que aprender. Es más, todos los días salen nuevas publicaciones de físicos de todo el mundo que tienes que leer (y entender) para estar puesto al día. Es decir, se añaden más cosas que tienes que estudiar mientras estás estudiando, y a un ritmo mayor del que uno puede aprender. Este es el primer problema que sufre un estudiante que quiera dedicarse a la Física Teórica. Si quieres aportar algo (una de las motivaciones que debiera tener un científico), vas pillado de tiempo. Estamos llegando a un punto en el que el tiempo que dura una vida humana no va a ser suficiente para poder investigar.

La siguiente pregunta que debería hacer un estudiante que quiera dedicarse a la Física Teórica, es ¿hasta qué punto merece la pena?. Ya hemos dicho que para dedicarse a la física teórica tienes que ser muy listo y trabajar mucho (y cuando digo mucho, es mucho). ¿De verdad esta es la mejor manera que tiene una persona así de emplear su tiempo e inteligencia? Volvamos al ejemplo de la Teoría de Cuerdas, quizá el más ilustrativo.

La teoría de cuerdas es una teoría especulativa sobre la física fundamental, que aspira a conciliar la mecánica cuántica con la teoría de la gravitación de Einstein. Se trata de una teoría fascinante, que ha originado mucha investigación fructífera en campos que abarcan desde las matemáticas puras hasta actividades más prosaicas, como simplificar cálculos rutinarios de secciones eficaces en física de partículas. Sin embargo sus predicciones características sólo podrán ser comprobadas si dispusiéramos de aceleradores capaces de alcanzar la masa de Planck (más de 16 órdenes de magnitud más potentes que el LHC en Ginebra); esto es algo que no hoy en día no es ni siquiera imaginable ni tampoco en un futuro a largo plazo. Este hecho de que es prácticamente imposible de comprobar empíricamente (una teoría científica debe ser falsable) genera profundas discusiones entre cuerdistas y físicos de otras ramas. Es decir, que aquello a lo que vas a dedicar toda tu vida, probablemente no sea más que un rompecabezas de dificultad endiablada empíricamente inverificable y posiblemente falso. ¿Merecerá la pena? Todo depende de en cuál de las dos motivaciones que ya he dicho antes te refugies. Si miramos la motivación pragmática, lo más seguro es que no, no merecerá la pena.  Si lo miramos desde el punto de vista del placer de descubrir, la cosa puede ser distinta, ya que tienes una cantidad ingente de información por delante que descubrir.

Entonces, ¿deben los seres humanos dejar de dedicarse a la Física Teórica? Desde mi punto de vista, sí, pero con trampa. Para explicar mí posición recordemos el siguiente refrán: "Regálale un pez a un hombre y comerá un día. Enséñale a pescar y comerá toda la vida.” En la investigación científica va a ocurrir algo parecido, cambiando la pesca por ordenadores. La inteligencia artificial llegará tarde o temprano (probablemente más temprano que tarde, pero antes seguro de que la humanidad consigan un acelerador que confirme la teoría de cuerdas) y cuando llegue, los seres humanos no podrán competir con una máquina conectada a Internet y con una capacidad de procesamiento y de pensamiento inimaginable para el ser humano. Quizá las conclusiones que se extraigan de todo el trabajo que realice un físico teórico a lo largo de su vida, sea conseguido por una inteligencia artificial en apenas unos minutos. Será absurdo investigar al igual que es ahora es absurdo pasarte la noche realizando cuentas como hacían los físicos de antaño cuando las mismas cuentas las realizas con una línea de código de Matlab.

Por estos motivos, considero que el campo de la Física Teórica es uno de los sitios más equivocados a los que podría dedicarse una persona con una inteligencia maravillosa, al menos desde el punto de vista de la motivación pragmática de la actividad científica.

¿A qué debería dedicarse entonces una persona que quiera aportar cosas al campo de la Física Teórica? Pues a contribuir a inventar los ordenadores que realizarán dichas investigaciones. Ahora mismo hay un montón de líneas abierta en la investigación sobre inteligencia artificial, tanto en Software (Machine Learning) como en Hardware (Computación Cuántica, neurociencia...). ¿Quién aprovecha mejor su tiempo? ¿El que fabrica una estupenda teoría científica o el que fabrica una máquina que es capaz de crear incontables teorías científicas magníficas?